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El manejo y aprendizaje del uso de la toxina botulínica representa uno de los últimos y mayores avances en Medicina Estética.
Realmente existe un antes y un después a la aprobación del uso de la toxina botulínica en la consulta de Medicina Estética. Desde que se aprobó el uso de la toxina botulínica para el tratamiento de las arrugas de la zona glabelar en el año 2004 podemos afirmar que nuestras forma de trabajo mejoró y nuestras opciones terapéuticas también. Ya está aprobada en el tratamiento, no solo de las arrugas del entrecejo, sino también en el tratamiento de las arrugas de la frente y las arrugas laterales de los ojos, las conocidas como “patas de gallo” además de en el tratamiento de la hiperhidrosis axilar. Aún no podemos usarla legalmente en tratamiento del tercio inferior de la cara, a pesar de que existen múltiples trabajos y estudios que nos indican su utilidad en el tratamiento de esta zona de la cara, pero suponemos que en un tiempo no muy largo será también aprobado ya que la toxina botulínica es un inhibidor colinérgico, esto traducido a lenguaje coloquial quiere decir que la toxina botulínica funciona en cualquier parte de nuestro organismo que dependa de la acetil colina para su funcionamiento como los músculos estriados, las glándulas sudoríparas, las glándulas sebáceas, etc. Esto es lo que la hace tan versátil y multiuso.
Al principio cuando empezamos a usar la toxina botulínica, en 1996, sólo sabíamos que desaparecían las arrugas a los pocos días de inyectarla, pero no sabíamos las diferencias entre usar una cantidad de unidades en un punto u otra cantidad de unidades, perimetración de la toxina, cuando inyecto en un punto hoy puedo predecir hasta que distancia de este punto llega su efecto, efectos adversos que no fueran los tres que venían en el prospecto, hoy en cambio podemos hablar de dosis puntuales, efectos locales sobre una parte de una ceja, inhibición de la sudoración focal o eliminación de arrugas en pequeños puntos.
Hemos avanzado, han salido tres toxinas botulínicas de uso en medicina estética, vienen más pendientes de aprobación y dos que para las que aún no están terminados los trabajos de investigación y de momento no pueden optar a salir al mercado, esto sigue, todavía la toxina botulínica y su uso en medicina, no sólo en estética, aún no está completado, quedan muchas cosas que no sabemos y muchas posibilidades terapéuticas por descubrir, esperemos que pronto las veamos.
Lo objetivos esperados para los alumnos son:
- Entender qué es la toxina botulínica y por qué funciona en tantas indicaciones.
- Poder valorar un paciente, entender cuándo vemos a un paciente que tiene interés en realizarse este tipo de tratamiento, cuáles son los puntos faciales a valorar.
- La toxina botulínica requiere de un conocimiento exhaustivo de la anatomía facial, detectar los músculos causantes de las arrugas que pretendemos tratar precisa de una revisión anatómica facial, por eso tratamos de dar una visión anatómica de las zonas a tratar.
- La precisión y el manejo de la aguja es muy importante en estos casos, entender que la colocación, la profundidad, la dirección de la aguja, la fuerza con la que embolicemos o la posición del bisel de la aguja son causas importantes de que los resultados puedan ser los deseados o que sean distintos a los esperados. Los efectos adversos casi siempre en este tratamiento dependen de la mano del operador.
- Por último, saber aplicar correctamente la teoría. No se debe intentar inyectar toxina botulínica sin realizar un aprendizaje práctico con alguien que controle la técnica antes, si es posibles con varios, ya que es una técnica mano dependiente y requiere practicar y tener un buen control de la forma de inyectar.
Fernando García Monforte es licenciado en Medicina y Cirugía por la Facultad de Medicina de Sevilla. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y Diploma en Sanidad.
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